sábado, 14 de junio de 2014

La fiesta del Corpus Christi en La Laguna

por Carlos García

Este blog se honra al contar por primera vez con una colaboración de Carlos García. Doctor en Medicina y Cirugía, especialista en Traumatología y Ortopedia,  es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife. Por su labor como investigador de la Historia y el Patrimonio cultural canario, ha obtenido distintos premios como el de Periodismo de Investigación Histórica Antonio Rumeu de Armas, el de Periodismo Antonio Carballo Cotanda, Coplas Canarias Alhóndiga Tacoronte, Coplas Canarias Tejina, Coplas Canarias San Benito Abad la Laguna, Premio de Periodismo Mare Nostrum, Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez. Es asimismo autor de distintas publicaciones sobre temas históricos, costumbristas y tradicionales de Canarias. Fue, por último, durante muchos años miembro de Los Sabandeños. 

El título I de las Ordenanzas de Tenerife realizadas por el Cabildo de Tenerife en época inmediata a la conquista, que fue recopilado por Núñez de la Peña en 1670, trata de las cosas del servicio de Dios y de sus santos y cuyo principio versa sobre la fiesta del Corpus Christi:

Primeramente que el día de Corpus Christi se haga la procesión muy suntuosa con los instrumentos, juegos, carretones y danzas que se acostumbran hazer, antes acresentando que disminuiendo y acompañen esta procesión la Justicia u Regimiento y toda la gente del pueblo, y para mejor regir la procesión, los regidores, jurados y escrivano del concejo, y personero, silo ubiere, lleven cada uno sus varas como de justicia, y los vecinos de calle, por do pase la procesión, tengan barridas y rregadas sus pertenencias, y entapizadas, y enramadas y con perfumes, y las partes do no ubiera vecino sean obligados los mas cercanos a lo menos a lo barrer, y regar, sopena de cada trescientos maravediz al que assi no lo hiciera; y todos los oficios saquen sus pendones y carretones so la dicha pena, y comtribuian según que hasta aquí lo han usado, y de los propios se gaste la cera y cosas, que fueran necesarias, y se acostumbren a gastar, y se paguen los alguaciles que de los oficiales cobrasen los repartimientos; y se encargue a todos que vaian a ésta procesión toda contricción y reverencia, y que se elijan dos diputados de la fiesta como es costumbre, que tengan cargo de lo hacer a cumplir así y que la procesión se haga en cada pueblo.”


Este tipo de tradiciones, que tan perfectamente se recogen en las Ordenanzas, fueron mantenidas desde el siglo XVI y durante los siglos XVII y XVIII, quedando reflejadas y reseñadas la fe religiosa de nuestros antiguos pobladores y vecinos en las diversas crónicas que nos relatan las grandes solemnidades que envolvían a la fiesta tanto en su vertiente devota como en su vertiente pagana y popular. Con motivo del nacimiento de Felipe II, Viera y Clavijo nos ofrece una reseña de las fiestas que se celebraron en la ciudad de La Laguna y que fueron ordenadas por el Cabildo se celebraran en el día del Corpus:

Pero las fiestas que se hicieron al nacimiento de Felipe II, en 1527, merecen relación mas circunstanciada. Diéronse las siguientes disposiciones: “Habrá un palenque en la Plaza de San Miguel de los Ángeles, donde se hará de sentar el Adelantado, el Regimiento y caballero. Correrá pareja la nobleza y para socorrer, se pondrán trece varas de raso o damasco repartidas por el orden siguiente: el primer caballero que llegara al pario, ganará seis varas,; el segundo ,cuatro; el tercero, tres; y todos habrán de correr en caballos y no en yeguas, empezando desde el camino de San Lázaro hasta dicha plaza. Se prepararán en ella una fuente de vino con botijas para que todos beban. Se jugarán cañas. Se correrá sortijas y habrá doce varas de damasco o raso para que caballero gane media, con tal que saque la sortija dentro de la lanza a vista de los diputados. Se habrá de correr doce toros. Habrá una lotería y cada suerte solo de reales. Serán convocados para estos regocijos todos los caballeros de la isla, quienes traerán buenos caballos enjaezados y bien atañadas sus personas. Habrá luchas, y al luchador que venciese a tres, dando a cada uno dos idas sin rectificar ninguna, ganará  dos varas de la misma seda. El día del Corpus se duplicaran los festejos, para lo que se echará un pregón.” 

Estas fiestas eran de las más lucidas que se hacían tanto en Santa Cruz cono en La Laguna, donde el gran esplendor estallaba en las calles, saliendo los figurones y figuras, gigantes y papahuevos, diabletes, bichas, haciéndose danzas con vihuelas y tambores. Pero también existían espectáculos de comedia y teatro, que al faltar recintos apropiados, se realizaban, en los recintos de las iglesias con las consiguientes prohibiciones antes reseñadas. Francisco Martínez Viera en su libro “Anales del Teatro en Tenerife” nos ofrece la información tomada de las “Constituciones y nuevas adiciones sinodales del Obispo de las Canarias, hecha por el Iltmo. Sr. D. Pedro Manuel Dávila y Cárdenas, a las que hizo en 1629 el Iltmo. Sr. D. Cristóbal de la Cámara y Murga” y que dice: 

De las Comedias y Representaciones en la fiesta del Corpus: Haviendo de hacer comedias en las fiestas del Corpus mandamos so pena de excomunión mayor, y de diez ducados, no se representen sin que sean vistas y examinadas por Nos o nuestro Provisor y Vicarios.

Y después de examinadas y aprobadas las dichas comedias, por ningún caso queremos que se representen fuera de las iglesias pero no por las mañanas, porque aquella es justo se ocupe toda y todos en solo la asistencia de la procesión.Pero bien permitimos que los Autos y las comedias se puedan hacer alrededor de las Iglesias, de manera que guardando la decencia a tan grata fiesta, puedan sin ofensa regocijarla.

Por tanto se suprime la representación de las comedias dentro de las ermitas o iglesias,” como antiguamente lo an fecho porque en las representaciones que se acostumbran hazer en las yglesias en los días del Corpus Christi y de Navidad y Pascua de Resurrección suelen aver cosas yndesentes y tales que no se sufren en sancto lugar”.


 Es por eso que pasan a celebrarse fuera de las iglesias, pero como el costo de los andamiajes era elevado y no existían fondos suficientes, se dejaron de representar. Mas adelante, en el siglo XVIII, los espectáculos comienzan a celebrarse fuera de los templos, bajo enramados y en unos tablados montados para tal fin o sobre carros o carretas. Esta costumbre se extendió durante dos siglos. Existen comedias teatrales que costeadas por el Cabildo fueron representadas en 1697 para la fiesta del Corpus. En orden a otro tipo de festejos populares tengo que referir las corridas de toros que normalmente figuraban en la fiesta del Corpus lagunero, siendo numerosas las citas que de lidias o corridas taurinas se dan en las crónicas, y era el Cabildo quien se encargaba de aderezar las barreras y corrales para correr los mismos. En 1599 se lidian tres toros en la fiesta del Corpus, tres el día de San Juan y tres el día de Santiago,”como es costumbre pero sin matar”, y se desarrolla en la Plaza de Arriba.

Peculiaridades del Corpus lagunero.- Podemos precisar algunas características peculiares de la fiesta celebrada en la Ciudad. En 1775, Lope Antonio de la Guerra nos cuenta:”En las vísperas del Corpus, 14 de Junio, salió vestida de nuevo una Danza que el Cabildo costea para dicha festividad, ya que hacía algunos años que no se hacía, porque las personas que se vestían eran gente indignas y ha costado trabajo hallar muchachos decentes para una Danza, y que se dedica a tan alto objeto como obsequio de S. M. Sacramentado.”

También referencia éste hecho el clérigo Pérez Sánchez y Norman: “1755 Junio. Hoy, 13 de dicho mes y año, al solemnizar las vísperas del Corpus Christi, estrenó el Cabildo de ésta Ciudad una danza de muchachos que se llaman Matachines, con ropaje de damasco azul y encarnado y aunque antes había danzas, eran diversas y para éstas, los vestidos indecentes, y los que se los ponían otros tales: variaron de sujetos y vestidos.”


Lógicamente, todo el dispositivo que acompañaba a la procesión, los gigantes, bichas, diabletes, etc., iban deteriorándose con el paso de los años, y a mediados del siglo XVIII, la bicha estaba tan quebrada que no pudo salir. Una Orden de 21 de Junio de 1781 declaró indecorosa la presencia de los figurones en las procesiones y eximió al Cabildo de la obligación de proceder a nuevos arreglos de aquellos trastos desvencijados. Rodríguez Moure vuelve a darnos aspectos específicos del Corpus de La Laguna de 1817 dentro de su novela El ovillo: ”La procesión del Corpus está constituida de la siguiente forma: van delante los gigantes, la tarasca, la vicha, los papahuevos con la danza de los matachines. Siguen luego los diversos gremios con sus santos patrones, alcaldes y gonfalones. El gremio de los laneros con su patrono San Severo. El gremio de los zapateros con San Crispín y San Crispiniano, ostentando en el estandarte los atributos del oficio: la pata de cabra, la cuchilla y el buscete. El de los pedreros con San Roque y el gonfalón en que aparecen la cuchara simbólica y el alegórico martillo de cabeza. El de los sastres con San Andrés. El de los carpinteros con San José y el gremio de los labradores con San Benito Abad. Tras los gremios vienen las cofradías y hermandades con sus distintivos y aparecen luego las andas de plata repujada con la custodia y el palio y los ministros celebrantes, yendo tras estos el clero secular y regular, el tribunal eclesiástico subalterno, el tribunal del Santo Oficio, el Cabildo con su corregidor y regidores y el batallón de milicias con sus jefes y oficiales, correados, de sombrero de tres picos y morrión.”


Aparece en el Archivo de La Laguna un dato curioso del siglo XVII y que nos relata Sebastián Padrón, y es la solicitud del pintor Gonzalo Hernández de Sosa para guardar, por todos los años de su vida, un águila imperial que había hecho por las fiestas del Príncipe, que se usaba en el día del Corpus, y que venía a representar al evangelista San Juan. Posiblemente sea esta fecha de 1685 la que señala la desaparición del Águila en las fiestas  canarias del Corpus pues desde ella no ha sido vista más en los libros de cuentas.

Estas figuras alegóricas y algo grotescas que aparecen en las procesiones son los restos que quedan de las antiguas representaciones y composiciones plásticas de origen eucarístico de los Autos Sacramentales que, separados del todo del que formaban parte, no tienen ya igual valor. Los gigantes son residuos de un antiguo entremés que representaba a David y Goliat, que al separarse del bíblico conjunto del Antiguo Testamento, ha perdido su profunda significación. La vicha que forma parte de la procesión del Corpus lagunero en el tercio del siglo XIX, es una especie de dragón equivalente a la “vibria” de la procesión barcelonista (la primigenia en 1319) y que iba en la alegoría de San Jorge. Los diabletes del siglo XVIII son restos de la representación del Infierno. Los papahuevos son personajes introducidos posteriormente. Al gigante fueron agregados los papahuevos que eran enanos de cabeza descomunal y que hoy son los actuales cabezudos. La tarasca es una serpiente monstruosa, resto de la plástica representación del Paraíso. Todas estas figuras grotescas han desaparecido de las procesiones canarias.

A través de Francisco González Díaz tenemos la siguiente descripción, muy interesante de tiempos pretéritos en la conformación de costumbres populares en torno a esta fiesta lagunera: “Cuando pasaba la procesión se abrían los balcones del palacio, tendidos de heráldicos reposteros y surgía trémula aquella sombra del pasado. Se asomaba al balcón, la Sra. Doña Antonia María de la Nava Grimón, Llarena del Castillo, Fernández de Córdoba y Pérez de Barradas. La Dama se postergaba un momento ante la Suma Omnipotencia”. Esto ocurría al paso de la procesión por el palacio de Nava y Grimón, al comienzo de la calle del Agua, y la dama era la Marquesa que salía totalmente enjoyada y luciendo su corona marquesal.

El año 1749 trajo un incidente entre el culto, el Obispo y el Cabildo. Se había traído aquel año, desde su santuario, a la Virgen de Candelaria para dedicarle un novenario a consecuencia de una pertinaz sequía, y como éste hecho coincidió con el Corpus, conociendo el Obispo D. Juan Francisco Guillén que si se sacaba la Virgen en procesión junto con el Cristo Sacramentado, la mayor parte de los homenajes se los llevaría la primera, prohibió que así se hiciera, hecho que alteró los ánimos de los fieles dada la devoción popular que se tenía por la Candelaria. Se reunió inmediatamente el Cabildo, presidido por el Corregidor Enríquez, acordando que una comisión fuera a hablar con el Obispo con el fin de que consintiese en que la Virgen saliera en la procesión. El Obispo, molesto con tal decisión, no recibió a la comisión del Cabildo, con lo que éste apeló al Vicario del Partido que tampoco aceptó la proposición. También el Padre Prior de Candelaria, Fray Pedro de Espinosa, consideró lastimado el culto a la Virgen y trató de regresar la imagen a su santuario, cosa que no le fue permitida por el Beneficiado de la parroquia de los Remedios donde se encontraba aquella. El Procurador Mayor denunció que mientras estuvo descubierto el Santísimo en la parroquia, la imagen de la Virgen se mantuvo tapada con escándalo y susurro de todo el concurso, apelando luego el municipio ante la Audiencia y ante el Consejo de Castilla de las determinaciones del Obispo.Al final intervino el Comandante General D. Juan de Urbina, dirigiendo una carta al Corregidor para que se le hiciera una fiesta a la Virgen en la parroquia de la Concepción antes de retornarla a su convento de Candelaria.

Las alfombras de flores.- En la ciudad de La Laguna se acostumbran realizar tapices o alfombras de flores por las que transita la procesión del Corpus y que los habitantes y vecinos confeccionan con gran mimo y rivalidad, y a pesar de que su origen no puede contar con la primicia de la idea, sí que es una de las que más ampliamente han pervivido junto con las de la Orotava. Esta grandiosidad de la que disfrutaba el Corpus, que hasta ahora he venido refiriendo, fue decayendo por distintos motivos a mediados del siglo XIX, y por un afán de darle mayor realce y dotarlas de novedades, una dama orotavense, Doña Leonor del Castillo Bethencourt, viuda de Monteverde, tuvo la feliz idea de confeccionar, en 1847, una “alfombra de flores” frente a su casa en la calle del Colegio de Jesuitas, pues a través de sus hermanos, se había enterado de que en una localidad napolitana, llamada Torre del Greco, se confeccionaban alfombras con flores por donde pasaba la procesión del Corpus, aunque existen otras versiones diferentes del origen de las alfombras del Corpus que ahora no hacen al caso.


La primera alfombra realizada corrió a cargo de su hija Mª Teresa Monteverde Bethencourt, que, con motivos vegetales barrocos trazó sobre el empedrado, decorados de pétalos de geranios y otras flores, ocupando en extensión, tres varas por dos y media de ancho. Daba comienzo así una de las manifestaciones que más fama ha alcanzado dentro y fuera de Canarias  y una tradición artística que se ha extendido por otras localidades, entre ellas La Laguna, con las “alfombras corridas”, cada vez de mayor belleza y complicación artesanal, y que ha culminado con la impresionante alfombra del Ayuntamiento de la Orotava que se confecciona con tierras obtenidas de las Cañadas del Teide.

Poco esplendor ofrece actualmente la fiesta del Corpus en La Laguna y son pocas las cosas que restan de la grandeza de antaño. Su decadencia es manifiesta y las generaciones actuales no conocen el tipismo que las mismas ofrecían tiempo atrás. Hay que intentar mantener la tradición que queda en la confección de alfombras, de arcos, de flores y en las últimas fechas, a pesar del cambio festivo del día específico en el calendario, parece existir una leve reactivación en ese sentido, especialmente por el alto interés mostrado en su recuperación por los colegios, escuelas e institutos docentes con participación activa de escolares y jóvenes estudiantes. Deseamos que así se mantenga por el bien de nuestro patrimonio cultural y folklórico.

NOTA: El autor quiere expresar su agradecimiento a Gerardo Guerra por la cesión de las fotos de su colección particular para ilustrar este artículo.