miércoles, 30 de octubre de 2013

A propósito de una fotografía antigua

por Melchor Padilla

A Juan Antonio Báez, José Manuel Febles y al resto de alumnos componentes del Club de Investigación Histórica Pérez Minik para que continúen con el mismo entusiamo y tesón su tarea de rescate de nuestro patrimonio. 


Hace unos días me llegó a través de Facebook una antigua fotografía, fechada hacia 1904 o 1906, que habían encontrado, indagando en la red, dos miembros del Club de Investigación Pérez Minik formado por alumnos del instituto de La Laguna que lleva el mismo nombre. La foto, subida por el profesor Agustín Miranda, planteaba la duda de su ubicación exacta. Se produjo un intenso debate pues no es una fotografía conocida. Este artículo quiere ser un resumen del proceso de identificación del lugar donde se obtuvo la fotografía.


Describamos la imagen: A la derecha un grupo de cuatro mujeres, vestidas de blanco y portando cestos en la cabeza, pasa ante un grupo de casas que se elevan apenas sobre un talud. En la última casa podemos apreciar la presencia de una pequeña espadaña, lo que nos hace suponer que se trata de una ermita. En la calle, frente a la ermita, un carro viene en dirección contraria a la marcha de las mujeres. En la calle apreciamos también los postes del tendido eléctrico del antiguo tranvía que nos dan a entender que la imagen ha sido tomada en algún lugar del recorrido entre Santa Cruz y Tacoronte. En primer plano lo que parece un muro o quizás una atarjea y un gran tanque donde algunas mujeres llenan sus barriles de agua de abasto público. Tras el tanque y adosado a la pared de la primera casa, un calvario con las características tres cruces. Al fondo se insinua el inicio de una pendiente bordeada de árboles. 

Pensamos desde el principio que se trataba de la plaza de San Cristóbal de La Laguna, más conocida ahora como la plaza de la Milagrosa por la estatua de la Virgen que la preside desde principios de los años sesenta. Desde antiguo los laguneros han conocido ese lugar como el Tanque Abajo.

Esta es una vista de la plaza en la actualidad tomada desde el mismo lugar. Como se puede apreciar los cambios han sido radicales. ¿Por qué, pues, insistimos en que se trata del mismo lugar?


La presencia del tendido eléctrico del tranvía nos situa la imagen en el recorrido que este hacía. Descartamos el tramo Santa Cruz- La Laguna por la inclinación del terreno; Tacoronte tampoco puede ser, pues si recorremos todo el trayecto del tranvía desde La Laguna hasta la plaza de Tacoronte, donde estaba la estación, no hay ninguna capilla ni un conjunto de casas como el de la imagen. Las casas podrían haberlas derribado, pero habría quedado documentación de la desaparición de una iglesia si esta se hubiera producido.

En el recorrido del tranvía encontramos sólo tres templos. Veamos los dos primeros, que son el de San Benito y el de San Lázaro, ambos en La Laguna. La ermita de San Benito no puede ser pues está orientada de forma casi paralela a la ruta del tranvía mientras que en nuestra fotografía la iglesia aparece perpendicular a la carretera. Con San Lázaro ocurre lo mismo con la orientación pero además la iglesía quedaría a la izquierda de la imágen y muy alejada de los raíles y la carretera.

Sólo nos queda una última iglesia en el trayecto del tranvía y no es otra que la ermita de San Cristóbal en la plaza del mismo nombre de La Laguna, más conocida como La Milagrosa. Y es precisamente aquí donde creemos se obtuvo la fotografía que tratamos de ubicar. La imagen fue tomada, según creo, desde la esquina que hay cerca del arranque de la calle de Santo Domingo muy cerca de dónde se encuentra hoy una estación de servicio de combustible. 

Los elementos fundamentales para identificar el lugar son dos el pilar o tanque que dió tradicionalmente nombre a la plaza y la ermita. Veamos el primero:


El pilar de San Cristóbal, o Tanque Abajo, es tan antiguo que fue mandado construir por el Ayuntamiento en 1530 en el barranquillo situado por debajo de la plaza San Miguel, hoy del Adelantado, pues debía recoger las aguas sobrantes de la pila de esa plaza. También se acordó edificar otro pilar próximo destinado a alberca para lavaderos públicos. En el mapa de Torriani de 1588 aparece claramente el pilar de San Cristóbal. Estuvo presente en la plaza hasta la remodelación de esta en 1959.

El otro elemento a considerar es la ermita. Fue fundada hacia 1525 por el regidor y teniente de gobernador de origen catalán Antón Joven o Jovel y a lo largo de su historia sufrió varias remodelaciones, sobre todo la que a mitad del siglo XIX se hizo para acortar la nave y así poder alinear su fachada con las del resto de las casas colindantes. En 1922-1923 se le hace la última reforma dotándola de la fachada que hoy podemos contemplar. En 1899, Juan Villalta, sargento de la Sección Topográfica de ingenieros elabora un plano de la Ciudad y alrededores de La Laguna donde podemos apreciar que, en fechas muy próximas a la implantación del tranvía, todavía existía el tanque y que la iglesia apenas sobresalía de la línea de fachadas, como refleja la fotografía que estamos comentando. Aparecen incluso los arbolitos que se insinúan en la fotografía. Alejandro Carracedo ubicó mediante un icono el lugar desde donde presumiblemente se obtuvo la imagen.

Otro detalle que corrobora nuestra teoría de que la imagen se obtuvo en la plaza de San Cristóbal es que las casas aparecen sobre un pequeño talud levantado por encima de la carretera. La misma inclinación aparece en otra fotografía - y gran documento de carácter social- obtenida en esas mismas fechas en la misma plaza pero en dirección contraria, hacia el casco de La Laguna. A la derecha podemos apreciar, de nuevo, el concurrido lugar donde se hallaba el tanque. 

Creo que los argumentos y la documentación aportada corroboran la teoría que expusimos al principio de que se trata de una de las primeras imágenes de ese rincón de La Laguna en el que podemos constatar la presencia del tanque que desde tiempo inmemorial le dió nombre.

NOTA: Este trabajo no podría haberse llevado a cabo sin los que intervinieron en la solución de la propuesta que hizo Agustín Miranda. Especialmente he de nombrar a Rafael Cedrés y Alejandro Carracedo.

Comparación entre el plano de 1899 y la actualidad.

La plaza antes de su remodelación a finales de los años 50, durante una procesión
´automovilística de San Cristóbal. A la derecha, tras la imagen del santo,
se vislumbra el tanque. Foto cortesía de Miguel Bravo. 
Otra vista similar a la de la cabecera. Lleva el título " Entrada por la Cruz de Piedra. Abrevadero y tranvía. 1915." Publicada en la revista Gaceta de Canarias Año 1982. Fue subida al grupo de Facebook Fotos Antiguas de Tenerife por Antonio Barbero García.

Nuestro amigo Carlos García, que sabe mucho de las calles y plazas de La Laguna nos proporciona esta otra vista de la plaza en la que según el mismo dice 'casi, casi se ve el tanque'



Otro buen amigo, Fernando Caballero Guimerá nos ha enviado un nuevo hallazgo fotográfico de nuestro Tanque Abajo. En la imagen se puede apreciar con claridad el tanque que servía de abrevadero de ganado. ¡Gracias por compartir esta maravilla!




sábado, 5 de octubre de 2013

Fielatos en la memoria

por Melchor Padilla


En la Vuelta de los Pájaros de Santa Cruz de Tenerife, en la zona de Villa Benítez, se levanta un pequeño edificio con tejado a dos aguas que es, desde 1973, sede del Centro de Inicativas y Turismo de ese municipio. Si nos acercamos a su fachada podemos apreciar un letrero de azulejos que pone CIT Fielato y la fecha de 1900. Fue construído en ese tiempo como almacén de material del primer tranvía de la isla. Más tarde, en los años veinte, comenzó a cumplir las funciones de fielato.

¿Qué quiere decir esa palabra? Es el nombre de unas oficinas municipales que se establecieron en toda España a la entrada de los grandes núcleos de población desde mediados del siglo XIX. Su función era cobrar los impuestos sobre algunos artículos de consumo. El término procede del fiel o balanza que se usaba para pesar los productos y así aplicar la tasa correspondiente.

De esta manera, se cobraban arbitrios sobre el vino, los aguardientes, aceite, carne y pescado. Constituía una actividad de suma importancia para los ayuntamientos, pues dependiendo de la localidad podía llegar a suponer entre un 50 y 70% del total de los ingresos municipales. En cada una de las oficinas, estos celosos aduaneros locales paraban a todas las personas que pretendían entrar a la población para inspeccionar si traían alguna mercancía susceptible de pago de tasas. Daba lo mismo que fueran a pie, en montura, en carro, coche, guagua e incluso en tranvía: todo el mundo debía detenerse ante la autoridad fiscal.

En el artículo "Las lecheras y el fielato", publicado en el periódico El Día, Francisco Ayala describe a la perfección el ambiente en el que debían discurrir estas operaciones aduaneras. Como podemos imaginar, los atascos eran monumentales a ciertas horas y también había una enorme picaresca a fin de evitar el pago de los consumos. Las campesinas trataban de esconder las gallinas o los conejos debajo de las faldas a fin de escapar del control del fielatero, lo que ocasionó no pocas situaciones curiosas. En ocasiones, los estudiantes que viajaban en tranvía, comenzaban a imitar el cacareo de las aves cuando entraba el fielatero a inspeccionar. Asimismo, como cuenta el periodista tinerfeño Gilberto Alemán en su libro Crónicas del callejón, algunos trataban de pasar mercancías como vino o aguardiente cruzando campo a través para evitar el control en el fielato. Esta actividad de contrabando era duramente perseguida por la Guardia Civil.

Fielatos de Valle de Guerra y de Los Morales de Arico.
En la edición del 14 de junio de 1955 del desaparecido diario deportivo Aire Libre se cuenta una anécdota sobre este afán por soslayar el control de los aduaneros. La transcribimos literalmente:
"Dos avispados quisieron aprovechar el gran movimiento rodado del día del Corpus para traerse de Las Canteras un cerdo y pasar sin contratiempos por el Fielato. Dicho y hecho. Llegaron al Fielato al mismo tiempo que media docena de coches. Pusiéronse en fila y previamente colocaron al cerdo en el asiento trasero, en medio de ambos, con un sombrero calado hasta el hocico. Les llegó el turno: ¡Nada! ¡Adiós, buenas noches! Salieron disparados, camino de Santa Cruz. Al arrancar, un fielatero, en confianza, dijo a un compañero: -¿Te fijaste? ¡Fuerte cara de cochino tenía el del sombrero!"
Barrio del Fielato de Arafo
Los fielatos desaparecieron a principio de los años sesenta, pero las personas mayores recuerdan todavía dónde se encontraban. En Santa Cruz, hay una zona conocida como el Fielato de los Melones, en la confluencia de Las Ramblas y de la avenida Francisco La Roche. También se recuerda el del Puente de Zurita, precursor del de Villa Benítez. En La Laguna, los más importantes eran el de Gracia y el de la Concepción. Además, ha quedado una huella muy grande de los fielatos en la toponimia de la isla. Así, en Valle de Guerra había uno donde se cruzan la carretera del Boquerón y la de Tacoronte a Tejina. Un barrio cercano de esta misma población recibe el nombre de El Consumo. En Güímar y en Granadilla se conservan también como nombres de lugares. En Arafo ha pervivido el recuerdo de esta actividad como topónimo de una zona: el barrio de El Fielato. En Arico, en Los Morales, existe todavía la casa donde se ubicaba la oficina de consumos.

Todos estos enclaves han quedado como memoria de una actividad fiscal que los ciudadanos de aquellos tiempos, en los que se pasaba mucha necesidad, soportaban con pocas ganas. No hay más que ver su impacto en el folclore, como en aquella polka que comienza diciendo:

"Una señora formal 
compró un conejo barato 
y al pasar por el fielato 
lo escondió en el delantal".

El resto no es difícil de imaginar. Tiempos aquellos…