miércoles, 22 de marzo de 2017

La sugestiva mirada de los caseríos abandonados de Fuerteventura. El ejemplo del pago de La Florida.

por Tomás Perera Medina (*)


Sed, aridez, llanura "infinita", ¡qué evocadores son esos paisajes majoreros!, aquellos sobre los que Don Miguel escribió en su destierro, en aquel ya lejano año de 1924. Una isla con tanta escasez secular que, desde el continente, se contemplaba como lugar de destierro contra insurrectos o subversivos; con recursos hídricos tan escasos que parece un milagro cómo el campesino, a través de dosis de ingenio y sabiduría popular, ha podido extraer "tanto" de sus yermas tierras.

Una tierra salpicada de aspas y torreones de viejos molinos, aljibes y ese paisaje cultural de gavias tan característico que tiñe de tonos ocres y rojizos el entorno. Y es que la  Isla es mucho más que kilómetros de playas de jable blanquecino, límpidas aguas turquesas y radiante sol.

Una imagen estereotipada que, en muchos casos, ha minimizado o subestimado los ingentes valores que encierra su interior y que tan gratificante resulta descubrir.
"Empiezo a escribir estas notas.. en esta isla de Fuerteventura, una de las que se llamaron Afortunadas.Y de veras que es afortunada, a pesar de la resignada sed que mortifica a su tierra, pues que no hay en ella ni cine, ni equipos de football, ni bueyescautos o como se diga. Ni pita el tren, sino que pasa solemne y pausado, el camello…Mar y cielo le están cantando a esta sedienta isla la canción silenciosa del largo sueño sin despertar."                                                                                                          (Miguel de Unamuno)
Son muchos los rincones del interior de la isla que evocan las "huellas" del duro pasado, una "lucha" entre el hombre y  su medioambiente, donde extraer recursos del entorno resultaba fundamental para la supervivencia. Resulta especialmente evocadora la imagen  del antiguo caserío que aparece aislado en el horizonte, sobre la árida llanura o suaves promontorios; edificaciones en muchos casos ruinosas o "descarnadas" sus cubiertas, en las que sobreviven los viejos muros y sus huecos.

Precisamente la idea de esta entrada de mi blog es dar a conocer uno de los ejemplos que mejor ilustran esta descripción, el Pago de La Florida, en el municipio de Tuineje, un lugar especialmente sugestivo y que resulta gratificante recorrer. Como así lo hicieron y refirieron grandes viajeros decimonónicos tan ilustres como René Verneau.

El caserío o pago de La Florida está constituido por una agrupación de viviendas tradicionales y elementos anejos como dependencias para el ganado,  aljibes, pequeñas maretas y gavias, hasta restos de una Tahona o "molino de sangre" . Algunas de las construcciones que permanecen en pie se remontan al siglo XVIII, como se puede inferir de ciertas crónicas de la época refiriéndose a la existencia del caserío.

Rodeado de inmensas y pedregosas llanuras, sólo el transitar de algunas cabras pone notas de vida en el conjunto de un paisaje que, si sólo observamos su horizonte montañoso, no difiere mucho de esa sensación de que podríamos estar en Marte. En la actualidad el poblado se encuentra totalmente abandonado, muchas de sus viviendas se encuentran sin techo y los alrededores sin actividad alguna.

Algunas citas históricas sobre el pago.

 - Extraídas del  artículo: - La Florida: un proyecto de futuro gracias a nuestro pasado de la web bienmesabe.org -

Este conjunto patrimonial es un claro ejemplo de la arquitectura tradicional majorera y de la lucha de sus hombres y mujeres por la supervivencia, como bien expresa González Ortega:
(...) el hombre de la isla construyó siempre cerca de donde trabajaba; por eso los terrenos del interior, adonde conduce el pastor el ganado en busca de pastos, están salpicados de pequeñas y elementales construcciones hechas de piedras, sostenidas por el milagro de la paciencia
(...). Suelen ser, al menos la mayoría de las de los campos, casas de una sola planta levantadas en mitad de la soledad de las llanuras (...).
(...) [en] las formas de construcción del pasado llaman la atención dos tipos de casas, reflejo de las diferencias sociales: la casa grande, con balconada y escalera de piedra, que es propia de las casas de los burgueses rurales, la otra, la de las casas humildes, de una sola planta a la que cubre un techo de torta. Como costumbre nacida de la necesidad, en la eterna carencia del agua, el majorero construye techos planos que recogen lo que cae del cielo y aljibes para guardarlo donde mueren los caños (...). Junto a las paredes y el suelo del hogar sólo tierra, paja y piedras surge el corral para el ganado y los taros para guardar los quesos (...).
(...) el paisaje arquitectónico del pasado, con colores nacidos de la tierra, se resiste a desaparecer. Se alzan con orgullo entre las calles dormidas de los pueblos del interior o las llanuras inmensas del país (...).
Pero este antiguo núcleo, hoy en el olvido, desconocido aún para la mayoría de los majoreros y qué decir para los visitantes, aparece como un pago importante en el sur de la isla y visitado por ilustres viajeros. Tal es el caso de Verneau, que hace referencia a La Florida en los siguientes términos:
(...) Hasta las inmediaciones de Tuineje ocurre lo mismo, y en esta región se encuentran dos pequeños oasis: San Andrés y La Florida (...).
Una de las tablas pintadas de la iglesia de San Miguel 
de Tuineje  en las que se representa la batalla de Tamasite.

La Florida también fue lugar de importancia histórica, como punto de referencia en las Batallas de Tamasite y Llano Florido, cuando se produjeron los ataques de la piratería inglesa a la isla de Fuerteventura durante el siglo XVIII. El libro Ataques ingleses contra Fuerteventura hace las siguientes menciones sobre La Florida:
(...) un vecino del pago de La Florida, el primero con que tropezaron los ingleses en su marcha hacia el interior... (...) Matías Domínguez (...) niño todavía, llegó llorando hacia las cuatro y media de la madrugada a casa del presbítero don José Antonio y su hermano el alférez Manuel Cabrera, en La Florida, pago situado a kilómetro y medio en línea de recta y dirección noroeste de Casilla blanca (...) mientras un tercero reunía cuantos pudieran tomar las armas en el pago de La Florida, para dirigirse en pos de los ingleses, al mando del alférez (...). 
(...) el contingente de La Florida llegó a las afueras de Tuineje, donde el alférez Manuel Cabrera ordenó el alto y que allí mismo le esperasen (...). 
(...) el señor teniente coronel don Joseph Sánchez Umpierres, gobernador de las armas de esta isla, quien venía de su cortijo de los Arrabales, y así mismo con algunos vecinos del lugar de Tuineje y otros de La Florida (...).
La Florida, por otra parte, ha estado y sigue estando presente en la memoria viva de muchos de los que fueron sus habitantes, y que tanto ayer como hoy siguen recordando la niñez o la juventud vivida y ya perdida, entre aquellas paredes, entre aquellas llanuras de la Fuerteventura de no hace tanto tiempo... Juan Betancor, importante poeta popular y decimista del pueblo de Tuineje, recordaba:
(...) Sí, señor, esa es mi vida: nací en 1900 en donde le dicen La Floría, un pago de Tuineje con pocas casitas entonces Cuando se casó con mi madre, lo convidaron al cortijo de La Floría y allí nacimos 
(...). Nos criamos en esa Floría y nada más que sembrar y arar cosas de la labranza de las camellas y los camellos 
(...). Jugábamos al chiviví, a la rayuela y el bayoyo y a Tuineje veníamos pa las fiestas de San Miguel. 
 (...). El viejo estaba de mayordomo en la finca de uno de Santa Cruz, D. Víctor Pérez, y tenía a su cargo 20 ó 30 medianeros. Allí escapamos bien, porque mi padre tenía una décima parte de todo lo que recogíamos (...). Esta es la tierra más buena que hay en el mundo. En Fuerteventura, aunque uno tenga hambre, si no tiene pan se pide, no se roba: pero siempre los de fuera han venido a robarnos lo poco que nos quedaba (...). 
(...). Cuando andábamos con mi padre en La Florida mira que veía pasar carretas y bestias cargadas con grado pa Tenerife y Canaria (...). De aquello no queda nada. Cuando estaba en esos campos me venía la mala idea de que no lloviera, pa el fruto de la tierra se los llevaran otros (...).
(Más información gráfica en esta entrada de su blog Canarias Ignota donde fue inicialmente publicado este artículo)


Fuentes bibliográficas

BETANCOR Y RODRÍGUEZ, A. Ataques ingleses contra Fuerteventura, 1740. Cabildo Insular de Fuerteventura, 1992.
GONZÁLEZ ORTEGA, Manuel. Vida y décimas de Juan Betancor. Gobierno de Canarias.
VERNEAU, R. Cinco años de estancia en la Islas Canarias. Graficolor, 1981.
'La Florida': un proyecto de futuro gracias a nuestro pasado ... En bienmesabe.org


(*) Tomás Perera Medina, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1973, es Licenciado en Geografía por la Universidad de La Laguna en 1999. Coordinador, consultor, investigador y técnico de proyectos relacionados con el planeamiento territorial, medio ambiente, uso público, catastro y patrimonio histórico. Experto en Sistemas de Información Geográfica. Con experiencia específica en materia de patrimonio histórico, coordinando y eleaborando catálogos arquitectónicos y cartas etnográficas vinculadas al planeamiento en diversas islas del archipiélago. Escribe sobre estos temas en su blog Canarias Ignota.

7 comentarios:

  1. Si que le has puesto alto el grado de conservación, yo le hubiera colocado un cero, porque no es que se conserve, sino que todavia no se han caido los muros porque los hacían para durar, no eran Calatrava por cierto.

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    1. Siempre hay subjetividad en las valoraciones. En mi caso tras haber visto y estudiado tanto patrimonio rural abandonado, puedo decir que no es de lo peor. Las estructuras de los inmuebles permanecen en pie, con daños eso sí en las cubiertas, hornos, aljibes, estanques, todos esos elementos están aceptablemente conservados. Vamos que el conjunto es recuperable, no es que estemos caminando sobre escombros o cimientos. SALUDOS

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  2. Precioso recuerdo de La Florida. Allí vivió mi abuela con sus padres y hermanos hasta que se casó con un Domínguez de Tuineje y se trasladó a Las Palmas. A mediados del siglo pasado se trasladó el resto de la familia también. Ella me contaba sus historias de juventud, cuando iban caminando a las fiestas de Tiscamanita o cuando rondaban la casa los pretendientes de las hermanas. Decía que la casa era muy alegre, con palmeras y flores muy cuidadas y con un gran aljibe en el que se bañaban las más atrevidas y un poyo a lo largo de la fachada donde pasaban las tardes. Cuando fui a conocer el caserío se me cayó el alma a los pies, aquello era el desierto, con esa belleza que tienen los paisajes dorados de Fuerteventura, pero desierto al fin, con algunas ruinas en pie del oasis que tanto añoraba mi abuela.

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    1. La verdad es que LA FLORIDA es un activo histórico, patrimonial y paisajístico, que merece ser recuperado!.

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  3. Estoy de acuerdo contigo, debe ser recuperado este y otros enclaves de la historia popular de Canarias, pero no por la administración. Me explico. Si queremos que el proyecto funcione, que tenga futuro y que se parezca al original debe ser recuperado por personas que lo vivan y lo reconstruyan si no esfuerzo y dinero perdido. Yo me apunto ¿alguien mas?

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    1. Muy de acuerdo. Las cosas sólo perviven y se mantienen dándoles un valor de uso... Aunque hay buenas actuaciones de la administración en esta línea en Fuerteventura, como muestra el Ecomuseo de La Alcogida... (pd soy Tomás)

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  4. Obviamente lo que no procedería es reconstruir poner unos paneles y ahí queda la cosa!!!!... Ha de ser un proyecto pensado, recabando muchas ideas y plasmando las más viables y respetuosas con sus valores patrimoniales

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