lunes, 28 de enero de 2013

Publicidad de antaño

por Melchor Padilla


El paso del tiempo, el descuido o simplemente el no considerarlos valiosos han hecho que sólo podamos ver en nuestros días unos pocos ejemplares. Cada vez van quedando menos en Tenerife pero en su momento representaron una forma de publicidad que se encontraba en todos los lugares. Hechos para perdurar, han sobrevivido en muchas ocasiones a las mismas marcas que anunciaban, aunque en otros casos podrían seguir siendo útiles para el fin que fueron concebidos. Lo que los ha hecho perdurables ha sido el soporte elegido: los azulejos de cerámica que, ubicados en lugares de fácil visión, nos traen hasta nuestros días una remembranza de la que fue una de las primeras formas de publicidad en nuestra isla.

Paneles en la calle Castillo. Algunos de los pocos ejemplos que todavía quedan en la isla se encuentran en la capital. En la esquina de Castillo con Valentín Sanz se construyó en los años treinta del pasado siglo un edificio para alojar la nueva localización de la droguería, perfumería y bazar de Asensio Ayala. En la fachada que da a Valentín Sanz se encuentran todavía tres de los cuatro paneles publicitarios de azulejos que hubo en su momento. En el primero, dedicado al bazar, se anuncian, bajo las imágenes de un soldadito de plomo y un coche de juguete, tanto artículos de regalo como cristalería, porcelana y juguetes. En el segundo, dedicado a la perfumería, se habla de lociones, jabones y elixires entre otras cosas.

El más interesante es el tercero donde se publicita la famosa Emulsión Scott, aceite de hígado de bacalao, que en esos años se consideraba una especie de panacea universal pues se le atribuían virtudes para combatir enfermedades como tuberculosis, raquitismo, neumonía y difteria entre otras. En él vemos representada la figura de un pescador del norte de Europa que carga a sus espaldas un enorme bacalao.

Los tres anuncios se encuentran en un estado de conservación aceptable aunque deberían ser protegidos contra la actuación de los gamberros, que no han respetado los azulejos del número 7 de la misma calle Castillo donde estaba la tienda de calzados Casa León.

Allí, en la esquina con la calle Sol, volvemos a encontrar carteles de cerámica. En la fachada principal, a la izquierda de la puerta según entramos, vemos, bajo la imagen de una antigua cámara fotográfica, que allí se podían adquirir artículos de regalo y otros relacionados con la fotografía. A la derecha una enorme bombilla nos recuerda que también se vendían las más claras y baratas. En la esquina el anuncio de bazar y perfumería presenta marcas hechas con rotulador que deberían ser limpiadas por las autoridades municipales.

La colección de la plaza de los Patos. No obstante, donde se halla el mayor conjunto de cerámica publicitaria de Santa Cruz es en uno de sus rincones más entrañables, la plaza de los Patos, en el barrio de los Hoteles. Su fuente central es una réplica casi exacta de la Fuente de las Ranas del Parque de María Luisa de Sevilla, pero lo que llama la atención son los veinte bancos de azulejos en los que aparecen anuncios de los años veinte y treinta del siglo XX de las empresas locales o representaciones comerciales que contribuyeron a la construcción de la plaza. Fueron realizados por la empresa Mensaque Rodríguez, fábrica de gran prestigio en el sector de la cerámica sevillana de esa época, que desarrolló su actividad en el barrio de Triana de Sevilla hasta que se trasladó a Santiponce en los años setenta y donde ejerció su labor hasta su cierre definitivo en 2006. Allí podemos contemplar, en un magnífico estado de conservación, anuncios de productos locales como tabacos y salazones, mercancías de importación, automóviles, neumáticos y hasta de comercios de gran solera hasta hace unos años en Santa Cruz como Las Tres Muñecas.

El archiconocido Nitrato de Chile. Otros de los letreros de cerámica que abundaron no sólo en Tenerife sino en toda la Península Ibérica fueron los que, bajo la figura de un jinete montado a caballo en un contraluz de atardecer, anunciaban "Abonad con Nitrato de Chile", un producto nitrogenado derivado del guano que se utilizó como abono desde finales de los años veinte. Este cartel cerámico, que combina rasgos modernistas y racionalistas, fue diseñado en 1929 por un joven estudiante de arquitectura (Adolfo López-Durán Lozano) y su fabricación estaba a cargo de la empresa valenciana Azulejos Ramón Castelló, como indica un diminuto rótulo en la esquina inferior derecha del panel.

La campaña publicitaria fue de tal magnitud que convirtió este anuncio en un auténtico icono del paisaje rural y, aún hoy en día, perviven bastantes ejemplares en muchos pueblos de España y Portugal en mejor o peor grado de conservación. En Tenerife, que sepamos, han sobrevivido dos. El primero de ellos, incompleto, se halla colocado en uno de los muros del empaquetado de plátanos que se encuentra junto al puente que conduce a la carretera del Botánico desde la TF-31. Le falta la parte inferior por lo que no se aprecian las letras. El segundo, en mejor estado, está en Granadilla de Abona, en la calle Isaac de Vega, detrás de la iglesia de San Antonio de Padua. También en esta misma población hemos localizado un antiguo anuncio de Autoradios Philips cubierto de pintura, lo que hace muy difícil su vista.

Estos son algunos ejemplos de la antigua publicidad en azulejos que se encuentran todavía en la isla y que deberían ser conservados en la medida de lo posible. Es probable que haya otros y sería interesante poder contar con una catalogación de los mismos.

¿Conoces alguno más en Tenerife o en las demás islas?

lunes, 21 de enero de 2013

Cuando Francia quiso comprar La Palma

por Melchor Padilla



En uno de los rincones del Jardín Botánico Canario 'Viera y Clavijo' de Tafira (Gran Canaria) un monumento rinde homenaje a los naturalistas que en los siglos XVIII y XIX contribuyeron con sus conocimientos y dedicación a dar a conocer mejor la naturaleza de nuestras islas. Es la Fuente de los Sabios en la que se hallan representados en medallones de bronce los botánicos Born-Müller, Pitard, Bolle, Webb y Berthelot, Masferrer y Broussonet.

Fijémonos en este último. Pierre Marie Auguste Broussonet, nace en1761 en Montpellier (Francia). Desde joven se aficiona a la que sería la pasión de su vida: la Historia Natural. Se doctora en Medicina en 1789 y ese mismo año publica su primera obra, dedicada a los peces. En 1780 lo encontramos en Londres donde se pone en contacto con lo más granado de los naturalistas ingleses de entonces. Gracias a uno de ellos, Sir Joseph Banks, es nombrado miembro de la Royal Society en 1781. Vuelve a París donde es admitido en la Academia de Ciencias Francesa en 1785. En esa misma ciudad, es miembro fundador de la primera Sociedad Linneana del mundo.

En 1789 al estallar la Revolución Francesa será miembro de la Asamblea Constituyente y de la Asamblea Legislativa, formando parte del partido de los Girondinos por lo que, cuando estos son proscritos en 1793, tiene que abandonar Francia dirigiéndose primero a Madrid, luego a Lisboa y, por último a Marruecos. Una vez tachado de la lista de proscritos es nombrado Cónsul francés en la ciudad de Mogador -la actual Essaouira- ciudad que abandonará tras declararse una epidemia de peste.

Es enviado entonces a Tenerife donde permanecerá hasta 1803 ejerciendo las funciones de Comisario de Relaciones Comerciales del gobierno francés en las Islas Canarias. Al mismo tiempo se dedica al estudio y conocimiento de la naturaleza de las islas. Como producto de este interés algunas especies canarias llevan el nombre de Broussonetii en su clasificación taxonómica. Terminará sus días en su ciudad natal donde obtiene una cátedra de Botánica y se hace cargo del Jardín Botánico de Montpellier del que publica su catálogo de plantas Elenchus plantarum horti botanici monspeliensis. Fallece en esa misma ciudad en 1807.

Pero no lo traemos a estas páginas por su condición de naturalista de fama universal, sino por el curioso informe que, como representante francés en las islas, envió en 1802 al por entonces ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Talleyrand, en el que solicitaba que el gobierno de su país considerara la posibilidad de adquirir a la Corona española, por compra, intercambio u otro medio que la indemnizara suficientemente, la isla de La Palma. En este documento, fechado el 15 brumario del año X (6 de octubre de 1802) y que descubrió el profesor de la ULL Antonio Ruiz Álvarez en el Archivo Diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores francés, expone las ventajas que resultarían para la República de contar con una posesión en esta zona, ¿En qué basa Broussonet esta petición?

Según él, Francia necesitaba un punto de descanso para los navegantes franceses, para lo que las Canarias son ideales, y La Palma es la primera isla que se encontraban los navíos que venían de Europa y se dirigían a las Indias Orientales u Occidentales. En esta isla se podrían reparar las posibles averías de los barcos pues La Palma contaba con una tradición de construcción naval de barcos pesqueros muy fuertes e incluso alguna corbeta. Habla también de la gran cantidad y calidad de la madera de sus bosques y de la habilidad de los marineros palmeros.

Se fija también nuestro naturalista en la rica agricultura de la isla y nos habla de las producciones de granos, papas, batatas, ñames y viña, esta última para producir vinos y alcoholes que considera más resistentes que los franceses para cruzar los océanos. Plantea la posibilidad de mejorar estos cultivos creando un jardín de semillas para la introducción de todo tipo de plantas europeas y la aclimatación de las americanas y asiáticas para transportarlas a Europa. También sugiere en su informe la necesidad de introducir algunos cambios en la propiedad de la tierra aboliendo los mayorazgos y mejorar la gestión de las aguas y los recursos forestales.

Conocedor de la realidad social palmera, sugiere no tocar a la Iglesia para no granjearse la enemistad de los pobladores que según él "ils sont plus affectionnés aux Français qu'a aucune autre Nation; ce qui est le contraire dans les autres îles". En el aspecto industrial destaca la producción sedera para la fabricación de telas y cintas, la posibilidad de fabricación de pólvora más barata utilizando para ello el salitre de Marruecos y el azufre que se traería del Teide, en Tenerife.

Pero, ¿qué le habría costado a Francia la adquisición de La Palma? Poco, según Broussonet, pues la construcción de un puerto y un arsenal podrían ser cubiertos con los recursos de la isla. Sólo habría que mantener una guarnición militar poco numerosa, una buena artillería y pocos funcionarios franceses. Para la defensa de la isla, Francia podría contar con sus habitantes a los que describe como robustos, ágiles, buenos tiradores y acostumbrados a desplazarse rápidamente  por todo el territorio insular. Además, desde La Palma se podrían vender mercaderías francesas a todo el archipiélago, que contaba en aquellos tiempos con unos 250.000 habitantes, aprovechando para ello la liberación del comercio con América y suprimiendo las aduanas.

También Broussonet se anticipa a lo que sería más tarde el turismo diciendo que "La Palma, en mano de los franceses, volverá a ser lo que ha sido durante algunos años: un lugar famoso por la pureza de su cielo, la dulzura de su clima, por la bondad de sus aguas minerales donde los españoles (...) venían durante una parte del año a gastar sus rentas como en una isla afortunada".

Es evidente que la petición de Broussonet no fue atendida por Talleyrand, por lo que La Palma continuó bajo la corona española. Ahora sólo nos resta imaginar cómo habría sido hoy la isla si hubiera pasado a manos francesas...

NOTA: Quiero expresar mi agradecimiento a Francisco Rodríguez Pulido, profesor palmero de Ciencias de la Naturaleza y amigo, por haberme dado la pista de esta historia y a Macu Marrero por las fotos de la Fuente de los Sabios.

lunes, 14 de enero de 2013

La casona de Tío Pino

por Melchor Padilla


Si desde el mirador de Vista Bella dirigimos nuestra mirada hacia la zona de Santa Cruz que se halla entre la montaña del Lazareto y la refinería, podremos distinguir en medio de los edificios modernos de la zona de Tío Pino una gran casona de principios de siglo XX. Es conocida como la casa de Sixto Machado y tiene tras de sí una historia cuando menos curiosa.

Diseñada, al parecer, por el arquitecto vallisoletano Mariano Estanga de acuerdo con los planteamientos estéticos de la época, el eclecticismo y el historicismo, es una casa cuya planta está formada por dos cuerpos rectangulares que se unen formando una V muy abierta, en cuyo vértice se levanta una torre.
La entrada a la mansión se encuentra en su lado nordeste y se accedía a ella mediante una escalinata de mármol con barandilla de balaustre.

Hasta hace pocos años el edificio se encontraba en estado completamente ruinoso, con sus entradas tapiadas para evitar la presencia de intrusos y las dependencias de la que fue hermosa mansión ocupadas por innumerables palomas.No obstante, el Ayuntamiento de Santa Cruz decidió incluir el edificio dentro del programa de obras públicas del gobierno central a cargo del Fondo Estatal de Inversión Local o Plan E, adjudicándose para su restauración una cantidad de más de 2,8 millones de euros. El edificio, una vez restaurado, alberga las dependencias de la Escuela Municipal de Música de Santa Cruz.

Una antigua imagen nos la muestra en todo su esplendor. Sola, en medio de lo que en aquellos tiempos eran fincas agrícolas, es un ejemplo de las residencias campestres de las grandes familias tinerfeñas. En esa época era conocida con el nombre de El arca de Noé pues, en las tierras que la rodeaban, su propietario introdujo una gran cantidad de especies animales exóticas, cebras, gacelas, pavos reales…

Pero, ¿quién era este Sixto Machado, propietario de la casa de Tío Pino? A nuestro entender se trata de una de las figuras locales más desconocidas e interesantes de finales del siglo XIX y principios del XX. Según narra José Luís Machado Carilla en un bosquejo biográfico que pueden leer completo más abajo, en la zona de los archivos adjuntos, Sixto Machado nació en La Orotava en 1882. A los quince años se trasladó a Londres, donde estableció una empresa, con sede en Covent Garden, de importación de frutas y verduras desde las islas. Se casó con una inteligentísima mujer, María del Socorro Domínguez Arce, que por su preparación académica se convirtió en una eficaz colaboradora en los negocios de su marido. No se trataba en cualquier caso de una persona rica por su familia, sino de un hombre hecho a sí mismo a base de tesón y trabajo.


En 1914, motivos de salud lo obligan a abandonar sus negocios y se retira a vivir a Tenerife, donde desplegó una ingente labor renovadora en la agricultura local. En sus fincas introdujo los últimos adelantos tecnológicos del momento. Un episodio relevante en la historia personal de nuestro personaje, que el profesor Oswaldo Brito, en su Historia del movimiento obrero canario, cataloga de propietario moderado y paternalista, es el intento de mediación y establecimiento de un pacto social entre obreros y patronos con motivo de los conflictos laborales de los años 20 siguiendo el modelo fabiano o pactista. Aunque no se llega a un acuerdo, los dirigentes sindicales reconocen la buena voluntad de Sixto Machado. Fallece en Londres en 1942.

A mediados del pasado siglo, la casa pasa a convertirse en cuartel de la Comandancia de la Guardia Civil momento en el que se introducen cambios que alterarán su organización interna. A partir de su abandono por este cuerpo armado comienza un proceso de deterioro que la llevará al ruinoso estado en el que se encontraba antes de su restauración.

En el año 2001, el Cabildo de Tenerife, incoa un expediente de declaración de Bien de Interés Cultural,con categoría de Monumento, a la casa de Sixto Machado pero, por alguna inexplicable razón, el Gobierno de Canarias deniega la concesión en el año 2008 al considerar que este edificio no reunía las condiciones para ser declarado BIC y así poderse acoger al programa de protección de bienes regional.

Por gentileza de MMM-Ball mostramos esta magnífica imagen de su colección fotográfica: una vista de la casona en su momento de máximo esplendor. Gracias por la deferencia.



Nota: Quiero mostrar mi agradecimiento a don José Luís Machado Carilla por su interesante y completa aportación biográfica sobre la figura de Sixto Machado.

lunes, 7 de enero de 2013

Pedro de Tenerife

por Melchor Padilla



Si recorremos la carretera N-634 desde Zarautz hasta Getaria, a la entrada de esta localidad encontraremos un enorme monumento conmemorativo levantado en memoria de la primera vuelta al mundo y del marino Juan Sebastián Elcano, natural de esa población guipuzcoana. En una placa aparecen citados los nombres de los veintinueve supervivientes de tan gran aventura. Entre ellos podemos leer un nombre, Pedro, y un origen, Tenerife, lo que hace que nos preguntemos: ¿Quién era este Pedro? y ¿de verdad era de Tenerife?

El 20 de septiembre de 1519 partía del puerto de Sanlúcar de Barrameda una expedición, al mando del marino de origen portugués Fernando de Magallanes, formada por cinco naos: Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago. Con un total aproximado- las fuentes no se ponen de acuerdo- de 245 tripulantes tenía por objeto llegar a las Indias Orientales tomando la ruta de poniente, es decir, circunnavegando el globo terrestre, para conseguir las especias de las Molucas.

Antonio Pigafetta, que iba en la expedición y que actuó de cronista de la misma, nos dice en su Viaje alrededor del mundo que “el 26 llegamos a una de las islas Canarias, llamada Tenerife, situada en 28 grados de latitud septentrional. Detuvímonos ahí tres días en un sitio adecuado para procurarnos agua y leña: en seguida entramos en un puerto de la misma isla, llamado Monte-Rosso, donde pasamos dos días.” Es decir que seis días después de la partida la flota se encontraba en la isla de Tenerife, anclada en la zona del Bufadero de Santa Cruz. Magallanes subió ese mismo día a La Laguna a presentar sus respetos al adelantado Alonso Fernández de Lugo, al que comunicó la noticia de que el 22 de junio, en la Iglesia de San Bartolomé de Frankfurt, el rey Carlos I había sido designado emperador por el arzobispo de Maguncia.

Después de tres días en Santa Cruz, donde la flota se abasteció de agua, leña y otros bastimentos, los barcos se dirigieron al mencionado Monte-Rosso, topónimo que se corresponde con Montaña Roja, entre El Médano y La Tejita, en la costa del municipio de Granadilla. Dicha montaña ofrece un buen abrigo de los vientos dominantes en la zona, lo que hace que aún hoy en día sea utilizada como refugio por algunas embarcaciones de recreo. Allí esperaron la llegada de una carabela que traía pez para calafatear naves.

Fue también en Tenerife donde Magallanes recibió un mensaje secreto de su suegro, Diego Barbosa, previniéndolo de que los capitanes españoles, acaudillados por Juan de Cartagena, primo del obispo de Burgos, uno de los principales inversores en la empresa, intentarían desobedecerle durante la travesía. En la isla embarcaron cuatro tripulantes más, entre ellos Maestre Pedro. Aunque algunos autores se refieren a otro maestre, Hernán López, y a dos grumetes, Pedro Andrés Blanco y Blas Afonso, no hemos encontrado referencias a éstos en las listas de las tripulaciones de los cinco barcos de la expedición.

Poco o nada sabemos de Pedro. Martín Fernández de Navarrete en el libro Colección de los viages y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, de 1837, dice textualmente “Maestre Pedro fue cogido en la isla de Tenerife por orden del capitán el día 1º de Octubre de 1519 y embarcado en la Santiago sin que haya noticia alguna de su clase ni patria: regresaba á España en la nao Victoria y fue uno de los que quedaron presos еn la isla de Santiago de las de Cabo Verde como consta de la relación de la gente que falleció y que volvió en la nao Victoria y está en el archivo general de Indias de Sevilla estante número 3 cajón nº1 legajo número titulado Armadas de la Guarda de las Indias.”

Otros autores identifican a este Pedro como el Pedro de Indarchi que cita el Cronista General de Indias Antonio de Herrera en sus Décadas, y a quien sitúa como piloto de la nao Santiago. También se le ha identificado con Pedro de Chindurza, paje de Bermeo, pero en el monumento de Getaria aparecen los dos nombres como si se tratara de dos personas distintas. Es más, en la entrada dedicada a Magallanes de la Auñamendi Eusko Entziklopedia, al indicar los tripulantes de origen vasco de la expedición nombra a 'Pedro de Chindurza o Indarchi, paje, de Bermeo' como la misma persona.

Tras casi tres años de travesía y muerto Magallanes en Mactan (Filipinas) nos encontramos a la única nao superviviente de la expedición, la Victoria, al mando de Juan Sebastián Elcano ante las costas de Santiago del archipiélago de Cabo Verde. La embarcación necesitaba reparaciones urgentes y además los víveres escaseaban. Elcano no podía entrar en la isla si decía que venía de las Molucas pues, según el Tratado de Tordesillas, sólo los portugueses podían navegar esas aguas. Engaña a las autoridades de Cabo Verde diciéndoles que venían de las Antillas y que una tempestad los había obligado a entrar en aguas portuguesas para solicitar ayuda.

Los portugueses los autorizan a desembarcar y consiguen hacer tres viajes con una barca para conseguir agua y provisiones. Sin embargo son descubiertos en el cuarto viaje de aprovisionamiento y Elcano da orden de zarpar dejando en tierra a los tripulantes de la barca, entre los que se encontraba nuestro Pedro de Tenerife, que quedó prisionero de los portugueses. Por ello no pudo llegar a la Península con los 18 que obtuvieron la fama de haber dado la primera vuelta al mundo. Lo hizo, junto a sus compañeros, tiempo después tras las gestiones del propio emperador para liberarlos.

Fuera quien fuera y aunque ignoremos su lugar real de origen, nuestro Maestre Pedro ha ligado desde entonces el nombre de nuestra isla a uno de los episodios más importantes de la historia de la Humanidad.