jueves, 23 de agosto de 2012

Los guardianes de la costa

por Melchor Padilla

A lo largo de la costa de Tenerife permanecen todavía muchos búnkers o fortines destinados en su día a ser nidos de ametralladoras o cañones ligeros. Fueron la respuesta de una España arruinada tras la guerra a una posible invasión británica en pleno conflicto bélico mundial


Cerca de Montaña Roja, entre El Médano y La Tejita, se encuentra la montaña Bocinegro. En su ladera podemos ver una de las más características fortificaciones de la isla. Se trata de una casamata de hormigón que se construyó para contener, posiblemente, ametralladoras o, más probablemente, un cañón ligero. En su interior conserva todavía restos de una ocupación reciente: tablas de surf, algunos deteriorados muebles, una cocina… todo ello revuelto y desordenado. Esta imagen de deterioro del bélico edificio se contradice con lo que afirma el cartel indicador del Parque Natural de Montaña Roja, que afirma que el edificio “ha pasado a formar parte del patrimonio histórico de este lugar”

No es el único en la zona, ni en las islas. Los podemos encontrar en todas las costas del archipiélago pues se llegaron a construir en las islas 426 asentamientos entre casamatas de artillería y nidos de ametralladoras. Sólo en Tenerife llegó a haber 147. Los encontramos en todas las costas de la fachada sur de la isla desde Las Teresitas a Los Cristianos y nos evocan lo que fueron las islas en los años de la postguerra, mientras se desataba en el mundo la II Guerra Mundial. Si en política interior fueron años de durísima represión por parte del bando franquista, que se cebó con los vencidos -años de aislamiento, de cárceles y campos de concentración, de hambre y cartillas de racionamiento y de cambuyón-, en lo que se refiere a la política exterior ésta estuvo marcada por las peculiares relaciones entre las potencias enfrentadas en la gran guerra y el gobierno franquista.

Pocos meses después de finalizada nuestra guerra, la Alemania nazi comenzó su política de anexiones europeas, que produciría el estallido de la segunda Gran Guerra. El gobierno franquista español mantuvo hacia las potencias del Eje una actitud ambigua que osciló entre la neutralidad y la beligerancia incompleta, con el envío de un cuerpo expedicionario al frente del este integrado en el Ejército alemán: la División Azul. Alemania comenzó a mostrar desde el principio un enorme interés por las islas Canarias, llegando al extremo de solicitar al gobierno de España la cesión de una de las islas, posiblemente Gran Canaria, con el fin de utilizar su infraestructura portuaria como base de aprovisonamiento de la armada.

Desechada esta posibilidad por la susceptibilidad del gobierno español, el III Reich se interesó en reforzar la defensa del archipiélago a fin de impedir que los aliados pudieran ocuparlo para así minimizar el éxito de una posible captura de Gibraltar por parte de los alemanes. Para éstos, nuestras islas ocupaban un lugar estratégico de primera magnitud para el control de las rutas marítimas hacia el futuro imperio colonial que creían seguro. De hecho, sabemos de la presencia de varios submarinos alemanes -los temidos U-Boote- en el Puerto de La Luz de Las Palmas para repostar.

Los británicos, dada la irresponsable política exterior de España, consideraban inminente la entrada en la guerra de nuestro país, por lo que comenzaron una serie de preparativos de conquista del archipiélago. Estos planes de ocupación, que duraron desde 1940 hasta 1943, recibieron varios nombres a lo largo del tiempo, pero el más conocido es el de Operación Pilgrim.

El ejército español llevó a cabo una serie de preparativos para tratar de contrarrestar esa posible invasión pero no le fue posible que llegaran los medios materiales y humanos necesarios para garantizar la defensa de las islas -sobre todo fuerzas aéreas y navales-, teniendo que recurrir a la acumulación de tropas de infanteria y cañones de artillería.

España, recién salida de la guerra civil y arruinada por ésta y por una absurda política de autarquía económica, no pudo establecer sino un sistema defensivo del que formaron parte nuestros búnkers. Se trataba de contener un posible desembarco en las playas de las islas mediante la instalación de cañones, muchas veces anticuados, y nidos de ametralladoras; es decir, aprovechar los escasos recursos de los que se disponía.

Pero, como afirma el profesor Díaz Benítez en su completo e interesante estudio Canarias indefensa: los proyectos aliados de ocupación de las Islas durante la II Guerra Mundial, los militares españoles trataron de “aprovechar al máximo los escasos recursos disponibles, aún sabiendo que eran insuficientes para garantizar la defensa” y que “la planificación militar española no era perfecta ni habría evitado la realización del ataque británico, pero tampoco puede considerarse mediocre”. De hecho obligó a los británicos a retrasar una y otra vez sus planes de invasión.Tras la entrada de los americanos en la guerra y los desembarcos en el norte de África, los planes británicos perdieron importancia, pero pese a los esfuerzos de los militares españoles quedó clara la indefensión de Canarias tanto en tiempos de paz como de guerra.

En nuestros días no todas las antiguas construcciones de nuestras playas están en el mismo grado de conservación. En Las Teresitas, que antes contaba con tres búnkers, sólo ha sobrevivido uno en deplorables condiciones. Otros están en mejor situación, pero la Demarcación de Costas de Tenerife tiene prevista la demolición de la casamata de La Tejita. Mención especial merece el lamentable estado de la batería de la Quinta Roja en Santa Úrsula artillada en 1941 como una batería de costa complementaria para hacer frente, sobre todo, a cualquier tipo de desembarco que se produjese en las playas del Puerto de la Cruz.

Debería llevarse a cabo en el caso de los búnkers de la zona de El Médano-La Tejita lo que está previsto en el Plan Director de la Reserva Natural Especial de Montaña Roja (Tenerife) de 2004, que en su artículo 44 sobre gestión del uso de los nidos de ametralladoras o bunkers establece que las actuaciones se centrarán en el desalojo de aquellos búnkers que se han convertido en viviendas, realizar un estudio de documentación histórica de los búnkers, desarrollar un proyecto de restauración y adecuación de los mismos, así como elaborar paneles interpretativos con la finalidad de resaltar la importancia de la Reserva en un acontecimiento de tal envergadura como la II Guerra Mundial.

Creemos que sería de interés que se siguieran manteniendo al menos algunos de estos búnkers, pues nos siguen recordando lo vulnerables que son nuestras islas en caso de un conflicto bélico.


NOTA: Quiero manifestar mi agradecimiento al amigo Pepe Damas por permitirme utilizar su excelente fotografía nocturna de la batería de la Quinta Roja de Santa Úrsula.

3 comentarios:

  1. Hola buenas noches; Busco un listado completo de todos los Nidos en Gran Canaria.
    Gracias,
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para conocer sobre las historia de las defensas costeras de Canarias durante la II Guerra Mundial, quien posee más datos es el profesor Juan José Díaz Benítez de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En la red se pueden encontrar algunos de sus trabajos.
      Un saludo.

      Eliminar
  2. Pero no eran estos bunkers para la defensa de invasiones marroquíes de primeros del siglo XX? Juraría haberlo leído en los paneles informativos del Médano...

    ResponderEliminar